sábado, 3 de enero de 2009

Sobre las mentiras


El cubo de Rubik no sólo es un símbolo geek y un gran entretenimiento que no gasta pilas ni se carga por USB, sino que también sirve para hacer estadísticas de las mentiras.
Todos sabemos que el ser humano miente y exagera diariamente, pero es muy difícil poder saber cuánto, ya que suele hacerlo muy bien. Sus mentiras suelen ser un conjunto de hechos reales (los que pueden ser comprobados fácilmente por los demás) junto con invenciones y exageraciones en los puntos que difícilmente puedan ser desenmascarados. Si hiciéramos una encuesta del tipo: “¿Cuál fue la altura máxima desde la que se tiró al agua?” y nos da, supongamos, un promedio de 10 metros. Podríamos pensar que la gente exageró, pero ¿cuánto? ¿10%?... ¿25%?... ¿50%? Imposible decirlo.
Ahora volvamos al cubo de Rubik, quienes no saben armarlo piensan que existe un continuo de dificultad entre armar una cara, dos, tres, cuatro, y el cubo completo. Pero basta saber armarlo para darnos cuenta que una cara es relativamente fácil, pero armar dos es muchísimo más difícil y tres prácticamente tan difícil como armar el cubo completo. Y por otro lado se hace claro que armarlo no es algo que se pueda hacer casualmente; si uno lo logra es porque sabe exactamente lo que está haciendo, no existe lugar para la suerte.
Este desconocimiento hace que quien miente le agregue una o dos caras a su record; pensando que así exagera con el doble, cuando en realidad es muchísimo más. Basta preguntarle a amigos o buscar en Internet (por ejemplo acá) para darnos cuenta que la gente en su mayoría responde: "Yo pude armar dos o tres caras, no más”. O: “una vez lo armé, pero ni sé cómo hice”. Cuando seguramente toda esta gente sólo armó, con suerte, una cara. De esta forma podríamos inferir que la gente exagera en, aproximadamente, un 100%
De ahora en más cuando alguien les diga que fue a pescar al sur y pescó una trucha de 50cm, pueden concluir que sólo pescó una de 25cm.

Tip: Es muy importante al mentir menospreciarse un poco, con la intención de confundir al adversario haciéndole creer que uno está exagerando para abajo, que está siendo modesto: “yo sólo pude armar dos caras” De paso es una humillación silenciosa para el competidor, ya que él razona algo así. “Yo armé una sola cara, este que armó dos se autoproclama torpe, si se entera de mi pobre record va a pensar que soy un completo idiota”. Según la personalidad de esta persona, ante este análisis, puede doblar la apuesta y decir que armó tres caras o retirarse diciendo: “nunca tuve paciencia para esas cosas”
Otra cosa muy importante es acompañar las mentiras con algún salvoconducto para el caso que uno puede llagar a ser puesto a prueba. Por ejemplo: “una vez lo armé pero ni sé como hice” o “me tiré desde 10 metros, pero cuando era chico, ahora no sé si me animo

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